Pygg Clay A La Moderna Gestión Del Dinero, La Curiosa Historia De Las Alcancías
Mucho antes de la llegada de los almirahs o bancos, prevalecía un método simple pero ingenioso para ahorrar dinero: el uso de vasijas de barro hechas de un tipo distinto de arcilla conocida como arcilla Pygg. Esta arcilla inusual, con tonos naranja o rosa, allanó el camino para una evolución que finalmente condujo a la querida "Hucha" que conocemos hoy.
Esta notable transformación comenzó con el concepto de bancos Pygg, que surgió hace siglos en Europa entre los siglos XI y XV. En un mundo sin bancos modernos, la gente recurría a almacenar sus preciados ahorros en vasijas de barro hechas de arcilla Pygg. Curiosamente, la pronunciación de esta arcilla tenía un extraño parecido con la palabra "Cerdo". Por lo tanto, con el tiempo, el término "Pygg" evolucionó a "Cerdo", sentando las bases para la asociación del nombre.
La correlación entre las vasijas de barro y el animal condujo a una transformación encantadora pero práctica. Para infundir un elemento de disfrute al hábito de ahorrar dinero, los alfareros comenzaron a fabricar vasijas Pygg con forma de cerdos. Esta tendencia no tardó en imponerse y el concepto de ahorro se convirtió en sinónimo de estas entrañables macetas con forma de cerdo.
A medida que el lenguaje evolucionó y los matices lingüísticos se alteraron, el juego de palabras continuó su viaje. En épocas anteriores, la pronunciación de "Y" era similar a "U", transformando "Pygg" en "Pug". A medida que pasó el tiempo, la pronunciación pasó a utilizar "Y" como "I". Esta transformación cerró la brecha entre "Pygg" y "Pig", alineando las palabras en sonido y conduciendo a la creación de vasijas Pygg con forma de cerdo.
La tendencia lúdica pero funcional echó raíces firmes y se transformó gradualmente en la icónica "Hucha" que apreciamos hoy en día. El proceso de ahorrar dinero, una vez asociado con prácticas vasijas de barro, se fusionó a la perfección con las imágenes de los cerdos, generando una sensación de deleite y fomentando un hábito de frugalidad.
Si bien los orígenes de Piggy Bank pueden estar envueltos en la evolución lingüística, su legado como catalizador para ahorrar dinero sigue siendo incuestionablemente profundo. Este sencillo concepto marcó el primer paso de la humanidad hacia la gestión de las finanzas y el cultivo de la práctica de reservar dinero para el futuro. Con el tiempo, el concepto de ahorro evolucionó más allá de la alcancía, dando lugar a herramientas financieras sistemáticas como los depósitos fijos (FD), los depósitos recurrentes (RD) y los planes de inversión sistemáticos (SIP).